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  Definición de la Psicología - Los equívocos de la Psicología 05-05-2024 11:29 (UTC)
   
 


1. Definición de la Psicología

La palabra psicología, apare
cida en el siglo XVI, no es taba aún muy difundida en el siglo XVIII, a pesar de la existencia de numerosos trabajos sobre el mecanismo del pensamiento, sobre el origen de las ideas. Dos filósofos alemanes, Wolf y el ilustre Kant, hablan de “psicología empírica” y de “psicología rationalis”. Pero, apenas hace más de cien años que la palabra psicología es de uso corriente, tal vez debido a las obras del filósofo Maine deBiran.
La filosofía de Krause fue introducida en España por Julián Sanz del Río (1814-1869), quien no daba mucha importancia a la psicología. Un discípulo de Sanz del Río, un krausista, fue el primero que se puso en contacto con ella y quien trabajó para el progreso de esta clase de estudios en España. Este krausista fue Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), quien publicó en 1874 unas Lecciones sumarias de Psicología, las cuales constituyen el más importante de los trabajos sistemáticos de psicología escritos en castellano en el siglo XIX.
Sin embargo, el empleo del término psicología pertenece hoy al lenguaje más común, y podría parecer que su definición no plantea ningún problema. ¿Acaso no sabe todo el Mundo lo que significa “ser psicólogo o “dar muestras de capacidad psicológica” en los diversos cam pos de la existencia? El seductor que encuentra las pala bras más eficaces para conquistar a una mujer, modificando su táctica según las reacciones de su “presa”, el político que consigue disipar las reticencias de los elec tores, el representante comercial que consigue que le compréis un artículo que no os hace ninguna falta, adaptando sus argumentos a los gustos y a las ideas de cada cliente, el propio domesticador de animales, que hace ejecutar a éstos maniobras complicadas e inesperadas; todos ellos son —necesitan ser— psicólogos.
Cualquiera que enseñe, cuide, compre o venda, cual quiera que dirija una organización, necesita de la psicología.       La psicología, considerada en este sentido clarísimo y de gran actualidad, es, a la vez, el arte de actuar sobre los hombres                             (o, en términos más generales, sobre los seres vivos, si queremos reservar un lugar a la psicología animal) y el arte de comprenderlos; una técnica y una ciencia, por lo demás estrechamente relacionadas entre sí: se quiere comprender, para actuar.
Sobre esta particular, la psicología más sabia no hace
más que desarrollar, profundizar, enriquecer con conocimientos complejos y métodos sutiles y preciosos, la psicología espontánea, intuitiva, implícita, que todos nos vemos obligados a poner en acción en la vida cotidiana.                                                  
                                     
                                                                    
Así, entre el vendedor ambulante que pregona sus corbatas al aire libre, y el especialista neoyorquino en “la
búsqueda de las motivaciones”, émulo de Ernest Ditcher o de Louis Cheskin, que, con un ejército de investigadores, estadísticos y psicoanalistas, escudriña los deseos in-  conscientes de los consumidores, para descubrir los caminos más “rentables” de la acción publicitaria, no  hay más diferencia que la de lo simple a lo complejo, del sentido común a la ciencia; pero el espíritu que anima la “ investigación y la acción es exactamente el mismo, es el espíritu psicológico.
Desgraciadamente, si el significado práctico, aproximado y actual de la psicología está bastante claro (y es en el fondo idéntico en el hombre de la calle y en el especia lista), en cambio, el más somero estudio realizado sobre la historia de la psicología —empezando por el origen de su
propio nombre— sólo puede suscitar las mayores dificultades teóricas, revelar la pluralidad y la contradicción de
las interpretaciones, sacar a la luz múltiples equívocos.             
 

 2. Los equívocos de la Psicología

                            

 

Al lado de la psicología que se practica —la del político, del comerciante o del seductor—, está la que se enseña; y aún diríamos mejor: las que se enseñan; pues la psicología que se enseña en nuestros institutos, y que forma parte de la enseñanza secundaria, parece muy diferente de la que se enseña a los estudiantes de la Facultad de Psicología.

En el instituto, la psicología, confiada al profesor de filosofía, es una disciplina literaria. Su estudio prolonga la reflexión “humanista”. En las clases de bachillerato, los profesores comentan las grandes obras del teatro, de la poesía, de la novela. Explicar a Valle-Inclán o Lorca es, esencialmente, desmontar el mecanismo que determina el comportamiento de sus personajes, es analizar, en estos, el “juego de las pasiones”. Las grandes obras literarias del siglo XIX español se prestan particularmente a esta clase de comentario. Son obras de “moralistas”, es decir, no de moralizadores, sino precisamente de psicólogos. Esta literatura psicológica es lugar privilegiado donde chocan diversas influencias: influencia cristiana (el cristianismo predispone al análisis interior, al exigir el examen de conciencia para la confesión) e influencia mundana 1 en los salones del siglo XIX, como en todos los salones mundanos, la gran cuestión es juzgar al prójimo y, para ello, descubrir sus secretos, analizarlo en profundidad).

El profesor de filosofía propone a sus alumnos una materia psicológica más abstracta, pero conserva un carácter

literario y un poco retórico. Se trata de discurrir hábilmente sobre la memoria, sobre la pasión, sobre las relaciones entre el lenguaje y el pensamiento, sobre la imaginación, partiendo de ejemplos suministrados por estudios literarios anteriores. A los ojos de la mayoría de las personas cultas, la psicología que se enseña se reduce a esta disciplina literaria y sólo busca sus fuentes y sus ilustraciones en la poesía, el teatro y la novela. Y, sin embargo, la psicología que se enseña en las Facultades pretende ser mucho más que una parte de la filosofía o un apéndice de la literatura.

La psicología en la enseñanza superior, se sitúa entre las ciencias humanas. Existe en España una licenciatura en psicología, independiente de los estudios filosóficos, que comprende las siguientes secciones: psicología experimental; psicología diferencial; psicología fisiológica; psicopatología; psicología de la personalidad y psicología social.

Esta licenciatura comprende tres años de comunes y dos de especialidad. El título, que exige rudimentos de cálculo de probabilidades y un programa de “trabajos prácticos”, es decir, de experimentos de laboratorio, se otorga por la Facultad de Filosofía. Esta psicología científica se propone determinar, en lenguaje preciso y a ser posible matemático, las reacciones objetivamente observables en los seres vivos que se encuentran en determinada situación. Aquí, no se trata ya de “expresar el secreto de los corazones”, sino de medir comportamientos, de “poner a prueba” las aptitudes. Bajo el nombre de psicología, descubrimos, pues, una disciplina nueva, que no sigue en absoluto los mismos métodos que la psicología literaria y que —cosa tal vez más inquietante— no parece tener siquiera el mismo objeto. La psicología literaria estudia un campo interior, un mundo de pensamientos, de sentimientos; el filósofo americano William James escribe todavía en su Compendio de Psicología (1908) que la psicología es “la descripción y la explicación de los estados de conciencia como tales estados de conciencia”. La psicología científica moderna, en su forma más acusada, no quiere saber nada de la vida interior, de la conciencia; pero reconoce el lenguaje, la “función laríngea”, porque se trata de sonidos proferidos al exterior. Sólo se interesa por los comportamientos, por un objeto que pueda exteriorizarse, exhibirse en el espacio y ser, por ende, susceptible de medición científica. Cinco años después de que W. James propusiese la definición d la psicología que acabamos de citar, otro psicólogo ame ricano, Watson, publicó en la Psychological Review un artículo en el que presenta la psicología como “el estudio de las reacciones objetivamente observables, que ejecuta un organismo en respuesta a los estímulos, a su vez objetivamente observables, procedentes del medio”. 
                            

Esta psicología “objetiva” rompe ruidosamente los lazos tradicionales con la filosofía. En esto, no hace más que seguir el camino de todas las ciencias. Aristóteles definió la filosofía como “totalidad del saber”, pero, sucesivamente, se fueron desprendiendo de ella muchas ciencias autónomas: las matemáticas y la astronomía, en la antiguedad; la física, en el siglo XVII, con Galileo; la química, en el siglo XVIII, con Lavoisier; la biología, en el siglo XIX, con Claude Bernard. El siglo XX —e incluso la segunda mitad del siglo XIX— vio nacer las que llamamos ciencias humanas: economía política, sociología, etno logía y psicología. El propio hombre se había convertido en objeto de expresión matemática y de investigación ex perimental. La psicología científica, dice acertadamente un autor contemporáneo, “se parece al hombre joven, tanto más celoso de su autonomía, cuanto más reciente mente la ha conquistado” (Foulquié).

Pero —si se mira más de cerca— la cosa no es tan sen cilla. En primer lugar, el término mismo de psicología parece —si nos referimos a su etimología— estar en contra dicción directa con el significado que se pretende darle. Hablar de psicología es evocar una ciencia del alma. Ahora bien, si es verdad que una ciencia es el estudio positivo de hechos que se dan en la experiencia y de las leyes que los rigen, la noción del alma es, por el contrario, de orden me tafísico y religioso; en ella se ve, generalmente, el principio sobrenatural y libre, tal vez inmortal, de la vida espiritual y moral. Sin duda se puede tomar esta noción de “alma” en un sentido más concreto y más positivo. El “alma” de los psicólogos es la vida interior. Así como existe un mundo exterior de cosas, de objetos físicos y químicos, accesibles a las ciencias de la materia, así existe también un mundo interior, concreto y vivo, de recuerdos, de de seos, de imágenes y de sueños. Pero, precisamente, un gran sector de la psicología moderna —que alardea de profesar la única psicología auténtica— no se interesa por este mundo interior, y sólo pretende estudiar, como he mos dicho, los comportamientos, las reacciones objetivas del organismo ante las situaciones. Semejante psicología, que se presenta exactamente como una “psicología sin alma”, no puede ser toda la psicología. La resistencia misma de la palabra “psicología”, que nadie ha inten tado suprimir, expresa algo más que un fenómeno de per manencia lingüística. Por ejemplo, ¿se puede hacer un es tudio profundo del “escrúpulo”, o incluso del dolor, rechazando sistemáticamente lo que ocurre en las con ciencias? ¿No perderían tales fenómenos toda su signifi cación, si hiciésemos realmente abstracción de los estados de conciencia vividos a los que corresponden? La unidad de la psicología —es el título de una obrita de un impor tante psicólogo (D. Lagache)— está muy lejos de ser un hecho; es un problema que, en la hora actual, no ha sido aún resuelto.

Ni la propia psicología científica —que se opone en bloque a la psicología “literaria”— es por sí sola un sistema de conocimientos, ni siquiera de métodos, real mente unificado. La psicología experimental —estudio de relaciones objetivas provocadas en el laboratorio— nació a finales del siglo XIX. La creación del primer laboratorio de psicología (el de Wundt, en Leipzig, 1878), la celebra ción de los primeros congresos internacionales de psicolo gía (1889), la publicación de revistas especializadas como Psychological Review (1894); Année psychoiogique (1895); Archives de Psvchologie (1901); Joitrnal de psychologie

(1904), o a través de las actuales publicaciones españolas. como elAnuario de Psicología, Boletín bibliográfico ICCE. Cuadernos de Psicología, entre otros, nos permiten situar con exactitud este nacimiento. Pero, desde mucho antes. había aparecido otra forma de psicología con pretensiones científicas. Divulgada a partir de 1843 con la creación de la revista titulada Annales Medicopsychologiques. Esta psicología, de inspiración médica, muy distinta de la psico logía de laboratorio, fue impulsada, principalmente, por Pierre Janet y Georges Dumas, que dieron formación a numerosos estudiantes. M. Lagache y Mme. Favez-Bouto nier son actualmente sus brillantes sucesores. Parece in cluso que el estatuto de esta última psicología ha sido más aceptado, ha encontrado menos obstáculos en los medios oficiales, que el de la psicología experiméntal. Sin querer provocar una polémica, ni dar pruebas de malevolencia. podemos afirmar sin temor que el prestigio tradicional de la medicina influyó mucho en este reconocimiento oficial. Pero es justo observar que esta psicología —que es una psicopatología (estudio de las funciones mentales par tiendo de sus alteraciones en los estados morbosos)— en cuentra sus fuentes en una reflexión sobre las enferme dades más difíciles de comprender y más difíciles de cu rar: las enfermedades mentales. Sin pretender negar la importancia y los triunfos de la psiquiatría contemporá nea, hay que confesar que nos hallamos aquí en el sector más oscuro de la medicina: en él, las hipótesis —por no decir las conjeturas— son tan numerosas como los hechos bien establecidos.

Parece, pues, muy difícil dar sin tropiezo una definición de la psicología, precisa y única. 
                                               CONTINUARA......................
 

 

 
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CAPÍTULO I

LAS ETAPAS DE LA PSICOLOGÍA

1. Definición de la Psicología.
2. Los equívocos de la Psicología.
3. El "conócete a tí mismo" Socrático.
4. De las confusiones de Aristóteles a las
distinciones de Descartes.
5. La Psicología de la Vida Interior.
6. Origenes de la Psicología Científica.
7. Papel de la Psicología Animal.
8. El "behaviorismo" mecanicista de Watson.
9. La teoría de la Gestalt. 10. El Neobehaviorismo.
11. Acerca de Freud.
12. La Psicología fenomenológica.
13. Estructuralismo y Psicología.
14. Psicología y Filosofía.
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CAPÍTULO II

LOS CAMPOS DE LA PSICOLOGÍA

1. La Psicofisiología.
2. El método experimental.
3. Campos de la Psicología experimental.
4. La Psicosociología.
5a. La psicotécnica.
5b. La Psicometría y el método de los Tests.
6. La Psicología pura y la Psicología Apli-
cada.
7. La Psicología diferencial.
8. La caracterología.
9. La Psicología animal.
10. La Psicología Étnica.
11. La Psicología Clínica.
12. El Psicoanalisis.
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CAPÍTULO III

LAS GRANDES FUNCIONES DE LA
PSICOLOGÍA

1. Las Tendencias.
2. La afectividad elemental.
3. La emoción.
4. La pasión.
5. El instinto.
6. El habito.
7. La voluntad.
8. La atención.
9. La sensación.
10. La percepción.
11. El lenguaje.
12. El juicio.
13. La imaginación.
14. La memoria.
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CAPITULO IV

LOS GRANDES PROBLEMAS DE LA PSICOLOGÍA.

1. El problema de la personalidad.
2. El problema de la inteligencia.
3. La comunicación.
4. El problema de la angustia.
5. El problema del ocio.

CAPÍTULO V

OJEADAS AL MUNDO PSÍQUICO

1. El embrión. - Vida Intrauterina.
2. Del nacimiento a la adolescencia.
3. La adolescencia.
4. Rol femenino y rol masculino.
5. La mujer, continente negro.
6. Psicología del anciano.
7. Psicología de la pareja.
8. Psicología de la vida colectiva.
9. El hombre ante la muerte.

CAPÍTULO VI

ZONAS DE INFLUENCIA DE LA PSICOLOGÍA

1. Psicología y biología.
2. Psicología e higiene.
3. Psicología y psiquiatría.
4. Psicología y criminología.
5. Psicología y estética.
6. Psicología y filosofía.
7. Psicología y etnología.
8. Psicología e historia.
9. Psicología y politica.
FIN DE PSICOLOGÍA GENERAL Y CONTINUAREMOS CON PSICOLOGÍA DE LA VIDA FAMILIAR !!!
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